miércoles, 4 de mayo de 2011

SAN JUAN DIEGO







Juan Diego, efectivamente, era para el pueblo “un indio bueno y cristiano”,

Elegido por  Nuestra Señora de Guadalupe que ella por cariño le decía  “el mas pequeño de sus hijos”. Fue a ver al gobernante obispo, a llevarle algo de señal de comprobación para que creyera en sus palabra.   La reina celestial le mandó que subiera a la cumbre del cerrito en donde antes la veía.

Le dijo: sube, hijo mío el menor, a la cumbre del cerrillo, adonde me viste y te di órdenes.  Allí verás que hay variadas flores: córtalas, reúnelas, ponlas  todas juntas; luego baja aquí tráelas a mi presencia.

Mi hijo menos estas diversas flores son la pruebe que llevaras al Obispo de mi parte y le dirás que vea en ellas mi deseo y que por ello realice mi voluntad.
Contaras todo puntualmente para que puedas convencer al gobernante sacerdote para que se levente mi templo que le he pedido.

El suceso del Tepeyac es una esplendida evangelización en la palabra, símbolo y milagros: la proclamación de una noticia feliz, el anuncio de  la salvación que viene a los altos. 

Es conocido por el Acontecimiento Guadalupano

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